viernes, 28 de agosto de 2015

The Way I see the World (Extractos 3)




El odio destruye el alma y la mente de cualquiera, y es veneno puro para la especie humana.
Sólo puedo sentir pena por aquellos que lo utilizan contra sus propios hermanos y hermanas. Pues sólo tenemos un mundo para vivir, y lo estamos matando con nuestro desprecio, simplemente porque no nos importa. Si nuestro mundo muere, no derramaremos una sola lágrima hasta que sea demasiado tarde, y entonces no habrá vuelta atrás.
Hemos pasado por una guerra sin fin, pero ya es hora de que dejemos de pensar solamente en nosotros, de dejar de ser egoístas e infelices, y dar a esta tierra una segunda oportunidad.
Creo sinceramente que habrá un día en el que este odio cesará de alguna forma. Puedes llamarme ingenuo, pero todavía creo en el corazón humano. Todos estamos traumatizados por nuestro pasado, pero esto tiene que parar algún día. No puedo decir si veré llegar ese día. De momento es sólo un pensamiento, una idea. Pero también creo que va a haber un cambio en la humanidad. Nuestras mentes darán un giro para bien, y nuestras acciones no serán conducidas por el odio, sino por el amor y la compasión.
No es fácil olvidar lo que ya hemos hecho, y no es recomendable que olvidemos. Pero intentemos reconsiderar estas cosas, nuestra historia cubierta de sangre, y hacer las cosas bien por una vez.
Esto sólo pasará una vez que el cambio en nuestros corazones haya ocurrido. Porque si seguimos matando, haciéndonos daño, odiándonos unos a otros, seguirá habiendo una respuesta terrible para dichos actos.
De cualquier modo, depende de nosotros; somos los que hemos de decidir qué hacemos con este mundo y sus bellezas ocultas. Sé que es difícil, pero no hay otra forma de hacer éste cambio realidad que perdonar, y para otros muchos, decir: “siento mucho lo que he hecho”.
Estas cosas sobre las que escribo ya han sido dichas antes, pero nunca les prestamos mucha atención. Actualmente, no creemos en nada, y damos vueltas en el mundo sin ningún atisbo de sentido común. No somos sino niños, a pesar de que seamos adultos. Pero nuestras acciones y palabras son aquellas de un crío malcriado que no quiere crecer y tomar responsabilidades.  Y créeme, nadie nos va a salvar de nada si no somos nosotros mismos.
Es aquí donde yace la verdadera revolución. No es en las calles ni en las trincheras, sino en nuestros corazones. Habrá tiempos de dolor y grandes pérdidas. Pero debemos capear la tormenta y perdonar nuestros errores y malas decisiones.
Todos cometemos errores, todos somos diferentes de los demás, pero tenemos cosas en común. Y en el caso de que no las tuviéramos, no hay razón por la que debas golpear a tu vecino sólo porque no crea en tu religión, o porque fue a un colegio distinto. No hay nadie mejor que nadie. Tan sólo somos diferentes, pero parecidos al mismo tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario