miércoles, 26 de agosto de 2015

The Way I see the World (Extractos)



Alguien me dijo, que las personas tenemos tres miedos por encima de todo, tres caras que nos asustan cuando todo permanece en silencio y nuestra mente es la única compañía de la que disponemos. Éstos tres temores son la muerte, el dolor (físico o psicológico), y la locura o enfermedad mental.
En mi experiencia personal, la locura es algo mucho peor que la muerte. Es una muerte en vida en la que nuestra mente, que se supone que debería ser nuestra aliada, se vuelve contra nosotros.
La enfermedad mental puede destruir la vida de alguien en tan sólo un par de días.
Como es de esperar, he pasado mucho tiempo meditando sobre estos tres miedos que nos acechan.
Tienen en común el hecho de que nunca sabemos cuándo se van a manifestar, destruyendo nuestra felicidad como el fuego quema la hierba seca y amarilla.
En mi opinión, vencer estos miedos es fundamental para alcanzar la paz interior, la verdadera felicidad, la verdadera libertad.
Actualmente me encuentro en un lugar en el que estos miedos se disuelven en el olvido. Como una pesadilla interrumpida por la luz de la mañana.
Ha sido un camino largo y difícil, y he tropezado muchas veces. He aquí la cuestión que se planteaba Ernst Jünger, al preguntarse si la meta es más importante que el camino.
Para mí, camino y meta poseen la misma importancia, son inseparables, y la meta o el fin están en cada uno de los pasos que damos. Estamos ahí sin saberlo. También puede ocurrir que estemos confusos y no veamos ese fin por el cual luchamos.
El Universo entero parecerá conspirar contra nosotros para evitar que lleguemos al final del recorrido. Y es aquí donde se libra la verdadera lucha contra nuestro propio ego, esa ilusión de lo que en realidad somos. Se trata de una lucha silenciosa, que muchos no podrán ver. Dejará cicatrices invisibles que se abrirán una y otra vez, pudiendo llevarnos al abismo y la desesperación.
Es en esos momentos de discordia, cuando realmente tenemos que reducir nuestra velocidad al recorrer el camino. Momentos en los que uno se replantea todo aquello en lo que pensaba que creía.
Se puede comparar éste proceso con un vaso lleno de sedimentos. Si removemos el agua, la arena empezará a girar y girar, y algunos de los granos tendrán su propia órbita.
Sin embargo, los sedimentos acabarán por posarse suavemente en el fondo del recipiente, dejando ver el agua clara. Después de la tormenta viene la calma.
Cada uno debe encontrar su propia manera de librar esta lucha. Un solo ser humano alberga Universos enteros en su interior, y por muy bien que nos conozca alguien, nunca nos llegará a conocer tanto como nosotros mismos.
Ahora bien, se trata del ego, nuestra máscara, lo que trata de hacernos tropezar y caer. El ego es la coraza que nos envuelve y absorbe. Sus cimientos se establecen ya en nuestra infancia, cuando familiares y profesores nos dicen que nunca seremos capaces de realizar esto o aquello. Pronto comenzamos a levantar una fortaleza alrededor de nuestro ser, una fortaleza hecha de ilusiones y de sueños frustrados-
Algunos consiguen derrotar a sus “demonios” y logran ver cumplido aquello que siempre anhelaron. Esto no quiere decir que todo vaya a ser fácil, o de la manera en que lo soñaste. Pero no estarás tratando con tus “demonios interiores”, y es más probable que tu mente sea entonces tu amiga, tu herramienta, ayudándote a conseguir tus objetivos.
Estos pueden ser tan sencillos como hacer feliz a alguien, llevar algo de alegría al alma de alguien.
Si esperas realizar grandes hazañas, es más fácil derrumbarse y rendirse, ya que habrá muchos más obstáculos en el camino.
El fracaso estará detrás de cada paso que demos. Yo he estado a punto de rendirme en más de una ocasión, pero siempre había una parte de mí que me decía que merece la pena intentarlo. Ésta es la única oportunidad que tenemos para experimentar la vida después de todo, por lo menos en éstos cuerpos que habitamos. Así pues, el fracaso no significa nada para mí, lo rechazo. También se debe a que no intento realizar grandes hechos, y tengo claros mis objetivos. Tan sólo se trata de creer en lo que estás haciendo, y permanecer fiel al camino que te has propuesto recorrer.
No lograrás grandes cosas, a no ser que empieces desde abajo, organizándote y arreglando todo aquello que vaya mal en tu vida.
Ésta organización puede empezar por conseguir que nuestra mente no nos obstaculice el paso.

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